México sintió la velocidad… y también la necesidad de comprar palomitas con casco: llega la F1 a la pantalla
- Ricardo Rojas Garcia
- 16 jun
- 2 Min. de lectura
“Rodar en medio de un Gran Premio, con autos reales, pilotos reales y fans reales… fue lo más cerca que he estado de una carrera sin tener que manejar a 300 kilómetros por hora”, compartió Brad Pitt entre risas.

Sí, señoras y señores, ¡los motores rugieron en México! Pero esta vez no fue en el Autódromo Hermanos Rodríguez… sino en las salas de cine. Porque cuando creías que la única forma de sentir adrenalina era esquivando baches en periférico, llega la película de Fórmula 1 y nos deja claro que los autos no solo pueden volar en la pista, sino también en taquilla.

¿Fórmula 1… en el cine?
Así es. Netflix (aka: la fábrica de documentales que te hacen sentir que podrías ser piloto, chef, narco o todo al mismo tiempo), lanzó "F1: Drive to Survive" versión cinematográfica. Y como era de esperarse, México dijo presente, con miles de fans llenando las salas, listos para ver a sus ídolos acelerar… y derrapar emociones.
Lo curioso es que aunque uno va esperando ver puro volante, llanta y aceite, lo que recibe es drama, estrategia, roces (de autos y de egos) y un detrás de cámaras más tenso que cuando tu suegra dice: “¿podemos hablar?”.
Datos curiosos que probablemente no cambiarán tu vida… pero entretienen
El sonido de los motores en la peli se escuchaba tan fuerte que hubo gente que creyó que el cine estaba temblando.
La venta de Red Bull se duplicó durante el estreno (porque si Max Verstappen lo toma, tú también puedes sobrevivir a tu lunes).
Un cinéfilo declaró: “yo solo venía por las palomitas, y ahora quiero ser ingeniero de Ferrari”.

México y la F1: un romance de alta velocidad
Aunque no somos potencia mundial en automovilismo, México ama la F1 como si Checo Pérez fuera el primo que todos defendemos en Navidad. Cada carrera, cada punto, cada radio con malas palabras en inglés mal traducidas nos hacen vibrar. Y ver todo eso en pantalla grande fue como si Netflix nos hubiera dicho: “órale, pues… ustedes también cuentan”.
Y sí, el cine olía a palomitas, pero también a emoción. Hubo gritos, aplausos y más pasión que en el final de “Yo soy Betty, la fea”.
¿Y ahora qué sigue?
Dicen por ahí que si esta moda sigue, pronto podríamos ver:
“Uber: El Documental” con choferes contando sus historias de horror.
“Moto-taxis: velocidad sin casco y con bocina de reggaetón”.
O incluso “La Carrera de Carritos del Oxxo”, patrocinada por papitas infladas al 90% con aire.
Conclusión:
México sí sintió la aceleración. Pero no solo en la pantalla, sino en el corazón. Y si tú aún no has visto la película… ponte el cinturón, compra tus palomitas, y prepárate para gritar:¡Vamos, Checo!, aunque esté en una escena donde solo camina por el paddock.
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